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El estrés postraumático por el confinamiento afecta a adultos y niños

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El estrés postraumático por el confinamiento puede afectarnos debido a la conjunción de muchos factores. Todas las actividades que se realizan en las zonas afectadas por la pandemia se han alterado y el esfuerzo por adaptarnos a las nuevas circunstancias puede llegar a ser abrumador.

Síntomas del estrés postraumático

Este trastorno por estrés postraumático o TEP es una alteración psicológica crónica. Constituye un síndrome en el que podemos observar varios síntomas que aparecen dentro de un lapso variable después del suceso desencadenante. Frente a las mismas circunstancias, algunas personas pueden sufrirlo y otras no y la falta de tratamiento causa un deterioro en el entorno social, familiar y laboral.

Recuerdos intrusivos e identificación del antígeno

Un hecho traumático puede generar un impacto psíquico que nos lleve a revivirlo con frecuencia, como si sucediera de nuevo. Los recuerdos, sensaciones o imágenes se presentan involuntariamente y de forma intimidante, y puede haber episodios disociativos como alucinaciones o flashbacks. Los sueños también pueden tener contenidos inquietantes y se genera una angustia severa ante objetos, personas o circunstancias que evocan el trauma o lo simbolizan.

Conductas de evasión

Tratar de evitar que se repita el trauma o que surja su recuerdo puede llevarnos a rehuir los lugares que lo evocan. También existe la renuencia a hablar del episodio o interactuar con las personas relacionadas con él. Estas reacciones pueden limitar seriamente el comportamiento cotidiano, lo que tiene innumerables consecuencias.

Cambios en el pensamiento

Si nos vemos afectados por el TEP podemos tener pensamientos negativos o desoladores sobre el entorno, el futuro y sobre nosotros mismos. Hay insomnio y dificultad para concentrarse. La memoria puede estar afectada y recordar determinadas cosas, especialmente los aspectos sustanciales relacionados con el trauma, puede ser muy difícil.

Alteración en las emociones

Las relaciones con los demás pueden resultar difíciles. Existe un alejamiento de los amigos y familiares debido a la insensibilidad emocional que nos causa desapego o lleva a la enajenación. Otra dificultad es la de mantener sentimientos positivos o disfrutar de actividades habitualmente placenteras, lo que aparece junto a sentimientos de vergüenza o culpa.

Reacciones desproporcionadas

En muchos casos se presenta una reactividad alterada. Esto puede manifestarse como hipervigilancia o estado de alerta permanente, sobresaltos frecuentes y explosiones de ira. Podemos presentar conductas autodestructivas, como beber o fumar en exceso o conducir de forma temeraria.

En los niños

Los niños manifiestan el TEP reviviendo el evento en sus juegos, en los cuales aparecen varios aspectos de forma repetitiva. También pueden sufrir pesadillas, relacionadas o no en sus contenidos o desarrollar conductas donde escenifican y protagonizan el trauma.

¿Por qué el confinamiento por la COVID-19 puede desencadenar el TEP?

La pandemia causada por el coronavirus ha alterado de forma muy importante todos los aspectos de nuestra vida. Las relaciones sociales, la actividad laboral, el ocio y las expectativas de todos se han visto afectadas. El confinamiento prolongado nos somete a circunstancias que modifican sustancialmente el estilo de vida de adultos y niños.

Factores relevantes

Los efectos del confinamiento, tomados en conjunto, pueden causar trastornos físicos y mentales. Ha sido muy prolongado el lapso en que hemos sufrido incertidumbre económica y restricciones a los desplazamientos y las salidas a la calle, que causan agobio. A esto se suman el miedo al contagio y a perder una persona de nuestro círculo íntimo. Estos sentimientos han sido intensos y prolongados para la mayoría de las personas.

¿Cómo afecta a los niños?

Desde el pasado 14 de marzo los niños han estado confinados en los hogares a causa de la COVID-19, teniendo muy pocas oportunidades para salir. Es cierto que gracias a los medios electrónicos tienen acceso a la educación y se mantienen más o menos estas rutinas, pero esto no basta para proporcionarles el estilo de vida al que están habituados.

Uno de los factores que afectan a nuestros niños desde el punto de vista físico y mental es la carencia de estímulos, que genera aburrimiento, frustración y monotonía. La falta de espacio en muchos hogares hace que el confinamiento se haga menos llevadero aún, generando incomodidad. Las actividades que no están desarrollando de forma habitual son los paseos, juegos y deportes al aire libre. Por otra parte, la estimulante interacción con compañeros, amigos y maestros ha estado suprimida.

Por todo lo anterior, los niños han pasado por un período de acentuado sedentarismo, por lo que hay que vigilar su dieta. El tiempo que transcurre para ellos frente a las pantallas ha aumentado, mientras la actividad física y la socialización han disminuido paralelamente. Esto les afecta no solo desde el punto de vista físico, sino también psicológico. Hay que añadir, además, que los problemas de los padres, económicos o laborales, así como sus temores, también son percibidos por los niños.

El estrés postraumático por el confinamiento es un peligro real. La pandemia causada por la COVID-19 tiene innumerables consecuencias, de las cuales no tenemos aún conocimiento pleno en cuanto a su alcance y duración.

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