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Cómo combatir las pesadillas infantiles

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Introducción

Las pesadillas infantiles son uno de los problemas que más perturba el sueño de los pequeños de la casa y que muchas veces los padres no sabemos como afrontar y parecen complicar nuestra maternidad.

Por lo general, suelen ser episodios localizados que no van a más ni conllevan ninguna otra complicación y que con nuestra simple presencia en la habitación de nuestro hijo y un poco de consuelo o unas palabras amables son suficiente para que finalicen.

¿Qué son las pesadillas?

Las pesadillas son ensoñaciones largas y elaboradas que van aumentando la sensación de miedo o ansiedad hasta que estas terminan por despertar al que las sufre. No son, obviamente, exclusivas de los niños, pero sí es verdad que los pequeños infantes entre la edad de los dos y los seis años son muy propensos a sufrirlas.

Tras padecer uno de estos episodios los niños se despiertan totalmente alerta y alterados y describiéndonos con detalle el episodio que acaban de vivir.

Las dos fases del sueño de los niños

Los expertos dividen el sueño de los niños en dos fases diferenciadas, una al principio del sueño de los más pequeños y otro hacia el final del mismo. Estas son la fase NREM y REM respectivamente.

Durante la NREM el sueño es profundo y es difícil que se despierten en esta fase. Por el contrario, la fase REM va aparejada de sueños y, por tanto, a veces inevitablemente de pesadillas y, como el sueño además es mucho más ligero, la posibilidad de que el pequeño se despierte es mayor.

¿Qué causa las pesadillas?

Es la pregunta que nos hacemos todos los padres y no pocos profesionales de la salud, pero la realidad es que no se sabe exactamente qué es lo que las provoca, aunque muchos apuntan a que puede estar relacionado con el estrés y la ansiedad del niño, así como de un sueño insuficiente.

Es decir, a veces acostar a nuestros hijos completamente agotados es contraproducente y es preferible acostarles antes de que lleguen a ese estado de agotamiento para evitar los episodios de pesadillas durante la noche.

Nuestra ansiedad es su ansiedad

Muchas veces, el estrés y la ansiedad de nuestros hijos no responde más que al reflejo de nuestra propia ansiedad y estrés. De forma que cuanto más relajados estemos nosotros, más lo estarán ellos también. Por tanto, bajar nuestro nivel de estrés repercutirá en que nuestros hijos sean menos propensos a tener pesadillas.

Cargar a nuestros hijos de tareas durante el día, o exigirles más de lo que son capaces, son situaciones que pueden generar también una excesiva ansiedad o estrés en los más pequeños.

Los fármacos

Hay algunos fármacos que pueden ocasionar pesadillas infantiles. Normalmente, nuestro pediatra nos lo advertirá antes de iniciar el tratamiento. No obstante, si tras empezar a administrarles un medicamento comienzan los episodios de pesadillas todas las noches es recomendable que acudamos a nuestra consulta del seguro médico o a nuestro centro de salud para ponerlo en conocimiento de su pediatra y, si fuera necesario, cambiar de tratamiento.

Cómo combatir las pesadillas infantiles

Lo mejor es prevenirlas antes de que sucedan y perturben el sueño de los niños. Aparte de las recomendaciones previas que hemos dicho sobre el estrés, la ansiedad o los fármacos hay otras medidas que podemos llevar a cabo.

La rutina diaria

Llevar una buena rutina diaria y previa a dormir es clave para evitar las pesadillas. Entre ellas hay que prestar atención a que el ambiente en el que duermen, es decir, su habitación, sea un ambiente relajante. Evitar colocar objetos o adornos que puedan generar sombras con formas extrañas que puedan desatar sus miedos. Seguir un horario para dormir, de forma que los niños se acuesten siempre a la misma hora. Crear una rutina de sueño previa a ir a la cama como, por ejemplo lavarse los dientes y contar un cuento.

La televisión y las pantallas

Evitar la televisión, móviles, tabletas, etc., antes de ir a la cama puede ayudar a mejorar el sueño de nuestros hijos y evitar las pesadillas infantiles.

Además, deberíamos de prestar especial atención a la televisión y a los posibles dibujos o programas que puedan ver en ella, tanto antes de dormir como durante el día. Es posible que alguno de ellos les genere miedo o ansiedad que luego por la noche les provoque pesadillas.

Del mismo modo, sería bueno repasar los cuentos que leen y si vemos que alguno les está generando ansiedad o miedo, evitarlo.

Escuchar después de la pesadilla

Aprendamos a escuchar a nuestro hijo tras una pesadilla. Es posible que durante la madrugada una rápida conversación sobre lo que ha visto sea suficiente para calmarle. Pero puede que por la mañana nuestro hijo quiera entrar en detalle sobre la pesadilla. Debemos escucharle atentamente y animarle a hacerlo, pues a la luz del día muchas imágenes que pueden haberle dado miedo durante la noche perderán todo su poder y le ayudará a superar sus miedos o inseguridades.

Actuando durante la pesadilla

Una vez nuestro hijo se despierta alterado por una pesadilla hay varias cosas que podemos hacer para que vuelva a tranquilizarse y pueda seguir durmiendo.

Lo principal es nuestra presencia. Simplemente el hecho de estar presentes en la habitación transmite al niño una sensación de calma y sosiego que le ayudará a tranquilizarse rápidamente. Además, podemos:

- Explicar al niño que las pesadillas no son reales por mucho que lo parezcan.

- Confortar a nuestro hijo y hacerle ver que sentir miedo no es algo negativo.

- Encender alguna luz puede ayudarles a tranquilizarse más rápido.

- Ayudarles a conciliar el sueño de nuevo de la forma que mejor les venga para que puedan seguir descansando cuando estén más tranquilos.

¿Cuándo debemos acudir al médico?

Debemos acudir al médico:

- Si las pesadillas se repiten de manera continuada durante varios días seguidos.

- Si sufre varias durante la noche o si corre riesgo de lesionarse a sí mismo o a otros.

Conclusión

Las pesadillas en nuestros hijos son algo normal a su edad y a su proceso madurativo. Nuestra mera presencia y calma serán más que suficientes para tratarlas y prevenirlas. No debemos darle más importancia de la que tienen, siempre que se encuentren dentro de la normalidad.

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