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Estimulación del punto G masculino

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La importancia del punto G masculino

El punto G masculino es, posiblemente, una de las zonas menos conocidas de la anatomía del hombre. A continuación, explicamos dónde se encuentra y cómo podemos estimularlo para conseguir que nuestra pareja disfrute al máximo de cada encuentro sexual.

¿Dónde está y cómo se estimula?

Su ubicación puede provocar ciertas dudas en la sexualidad del hombre, provenientes de la educación recibida. Se sitúa a cinco centímetros del ano, más concretamente en la zona que da a la vejiga. Introduciendo un dedo podemos apreciar una pequeña protuberancia: la próstata.

Se ha confirmado que la estimulación directa de esta glándula provoca que los orgasmos sean mucho más intensos. La estimulación se puede llevar a cabo de las siguientes formas:

- Directa. Podemos introducir el dedo o un juguete sexual específico que tenga la forma adecuada para llegar a tocar la próstata más fácilmente.

- Indirecta. Consiste en masajear el perineo (la zona que se sitúa entre los testículos y el ano) con distinta intensidad. Es un área llena de terminaciones nerviosas que acaban por provocar sensaciones muy placenteras.

Recomendaciones previas a la estimulación

La más básica es la de extremar la higiene de la zona. Podemos comenzar por darnos una ducha o un baño con nuestra pareja para ir entrando en calor. Igualmente, si vamos a usar los dedos, es esencial que nos cortemos las uñas y que nos las limemos para evitar lesiones internas.

Si vamos a usar un juguete, es mejor que sea él quien lo escoja. Hay una enorme variedad de materiales, texturas, medidas e incluso colores. Debemos apostar siempre por los de mayor calidad y, por supuesto, no olvidarnos de limpiarlo correctamente tras su uso.

Consejos para estimular el punto G correctamente

Antes de comenzar a comentar las recomendaciones más prácticas para lograr el resultado arriba indicado, es necesario aclarar algunos términos. Resulta indispensable hablar con nuestra pareja previamente para conocer su opinión al respecto.

En el caso de las mujeres, quizás nos tengamos que enfrentar a cierta cerrazón dada la ubicación de este punto estratégico, ya que, como hemos comentado, debido a la educación recibida los hombres pueden sentirse algo inseguros.

En cualquier caso, es esencial subrayar que también los hombres tienen derecho a experimentar con su sexualidad y que no hay motivo alguno para no sentir un orgasmo distinto que cambie la manera de entender el sexo en la pareja. Abrir la mente siempre es sinónimo de no poner límites en las relaciones y de hacer todo lo posible porque la otra parte tenga sensaciones irrepetibles.

Entre los consejos más eficaces para llevar a cabo la estimulación podríamos destacar los siguientes:

- Usar siempre lubricante si apostamos por la estimulación directa. Los de base acuosa son los más indicados y, además, debemos ir siempre poco a poco. Podemos comenzar acariciando el perineo, acercándonos al ano y terminar introduciendo el dedo, o el juguete, poco a poco. Resulta fundamental escuchar a nuestra pareja para ir cambiando la intensidad o la velocidad.

- La próstata es como una nuez, cuando la localicemos debemos mover el dedo como cuando llamamos a alguien para que se acerque a ti. Lo ideal es alternar distintas presiones y seguir las indicaciones de nuestra pareja.

- Es importante crear un ambiente relajado para la primera vez, lo que ayudará a convertir la estimulación en un proceso más natural.

- Combinar la estimulación con una felación ayuda al hombre a relajarse y, por supuesto, a llegar al clímax en mucho menos tiempo.

- Debemos saber que tocar el punto G provoca el orgasmo casi inmediato en el hombre, por lo que si queremos alargar su llegada sería adecuado tomárnoslo con calma.

¿Es «normal» que nuestra pareja nos pida que le estimulemos el punto G?

Entrecomillamos el término anterior porque lo de hablar de normalidad en el sexo nos sigue pareciendo más que curioso. Cada pareja crea sus propias reglas y cualquier persona tiene el derecho a decidir sobre cómo quiere que sea su relación sexual.

Igualmente, también podemos ser nosotras una parte activa y comentarle lo que hemos leído sobre el tema y si quiere probar. Si la experiencia no es satisfactoria o si siente que esta práctica es una amenaza a su sexualidad, con no repetirla es suficiente.

Pero ¿qué sucedería si nuestra pareja descubriera todo lo que se está perdiendo? Siempre que se cuente con su aprobación, es posible darle una vuelta de tuerca a los encuentros sexuales e incluso incorporar esta práctica al repertorio de juegos sexuales con enorme facilidad.

¿Existe alguna contraindicación para la estimulación del punto G?

Las únicas son el aumento del tamaño de la próstata u otras alteraciones en el recto que pudieran provocar dolor. En estos casos, es necesario pasar por el especialista de nuestro seguro médico para despejar cualquier duda.

Por lo demás, llevando a cabo los pasos anteriores siempre con mucha delicadeza y con el consentimiento de nuestra pareja, es muy sencillo convertir esta estimulación en una magnífica manera de lograr una excitación máxima que dejará a nuestro chico con ganas de más.

La adaptación es progresiva y, además, puede servirnos para pedirle que haga lo propio y que estimule nuestro punto G. Seguro que notaremos la diferencia desde el primer momento y que lograremos descubrir una manera infalible de experimentar sensaciones diversas que querremos repetir lo antes posible.

Diálogo y práctica

Así las cosas, resulta imprescindible hablar del tema tranquilamente y llevarlo a la práctica de forma delicada. Si es necesario, podemos intentar ver algún vídeo o leer las experiencias de otros hombres que puedan ayudarnos a conocer, en términos generales, cómo conseguir el mejor resultado.

Por otro lado, debemos recordar que solo nuestra pareja podrá decirnos cuál es el ritmo que debemos seguir para alcanzar, o retrasar, el orgasmo. Todo sea por lograr derrotar el gran tabú que supone hablar del punto G masculino y por convertir su estimulación en un complemento idóneo para cualquier relación sexual.

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