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¿Cómo tratar los hongos en los pies?

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Tener hongos en los pies es una patología más frecuente de lo que nos pensamos. Puede desencadenarse por infecciones micóticas como el llamado pie de atleta o la tiña de los pies. Aunque los hongos que las provocan son microorganismos distintos, los síntomas que generan son muy similares (e igual de molestos). Hoy hablamos de ellos, de los diferentes tratamientos que existen para combatirlos y de las medidas que podemos tomar para prevenir su contagio.

Síntomas de hongos en los pies

Los hongos aparecen sobre todo en los espacios interdigitales de los dedos, los talones y los laterales de los pies. Estas zonas se consideran especialmente conflictivas al ser las más expuestas al calor, el roce y la humedad que se genera con la excesiva sudoración en un calzado cerrado.

Aunque cada persona presenta unos síntomas concretos, podemos señalar los siguientes como los más habituales:

- Picor continuado, sensación de quemazón e inflamación del área dañada.

- Enrojecimiento de la zona afectada.

- Piel seca que puede llegar a agrietarse e incluso desprenderse en forma de escamas.

- Mal olor injustificado.

- Aparición de ampollas debajo de la piel (en los casos más graves de hongos vesiculares).

- Decoloración, engrosamiento y caída de la uña. La onicomicosis, aunque puede ser indolora y parecer inocua, cambia el aspecto de la uña y la debilita.

Si percibimos cualquiera de estos síntomas es importante acudir con la mayor brevedad posible a nuestro médico para iniciar un tratamiento adecuado.

Tratamientos de la infección

El tratamiento a seguir para erradicar la micosis depende fundamentalmente de la gravedad y extensión de la afección. No debemos caer en el autodiagnóstico, sino acudir al especialista y que sea él quien nos oriente.

Infecciones leves

Los casos más sencillos se pueden solucionar con polvos, pomadas, geles y cremas antifúngicas con bifonazol de venta en farmacias. Además de remediar nuestro problema, incorporan otra serie de ventajas como su fácil aplicación, la no interferencia con otros medicamentos y la práctica inexistencia de efectos secundarios. Debemos aplicar estos antimicóticos durante al menos dos semanas en ambos pies (aunque solo uno presente síntomas) para evitar una recidiva. Tras esos 14-15 días habremos dicho adiós a la infección, siendo lo importante ahora la toma de medidas de prevención como las que más adelante desarrollaremos.

Infecciones graves

No obstante, si observamos que pasado ese plazo la patología no ha mejorado, debemos acudir sin falta a un centro de salud o al especialista para un tratamiento más exhaustivo. Médicos como el podólogo o el dermatólogo analizarán nuestro caso a partir de una primera observación. Pueden considerar necesaria la realización de un cultivo previo para determinar con exactitud cuál es la levadura que ha colonizado el tejido. Así se identificarán más eficazmente los principios activos capaces de hacerle frente.

En los casos en los que los hongos vengan derivados de una infección bacteriana, puede ser necesario el uso de antibióticos por vía oral. Será nuestro médico quien nos los recete bajo su supervisión.

Prevención del contagio

Las infecciones fúngicas son altamente contagiosas. Lo habitual es contraerlas por contacto directo, por emplear calcetines y zapatos inadecuados o por frecuentar vestuarios, duchas y piscinas públicas. De hecho, los deportistas son uno de los colectivos que tienen más riesgo de padecerlas al utilizar este tipo de instalaciones con asiduidad. Por ello es importante utilizar siempre chanclas de goma en los espacios públicos en los que tengamos contacto directo con agua y humedad.

Como particulares, lo primero que debemos hacer para evitar su aparición es evitar tener los pies húmedos durante largos periodos de tiempo. Esto no solo significa secarlos concienzudamente tras una exposición al medio acuático, sino también cambiar los calcetines cuantas veces sean necesarias para impedir que la sudoración genere la infección. Utilizar unas medias y calcetines de fibra natural (como el algodón) y un calzado que permita la transpiración obstaculiza la aparición de hongos.

En este sentido, lo que también se recomienda es no utilizar dos días seguidos los mismos zapatos. Es conveniente orearlos con frecuencia para evitar que el hongo encuentre las condiciones óptimas para colonizar.

Asimismo, es muy importante mantener la higiene en uñas y piel, especialmente cuando llevamos un zapato cerrado. Lavar nuestros pies una o dos veces al día (según sudoración y actividad física) con agua y jabón previene la micosis de una manera simple, pero muy efectiva.

Se recomienda extremar estas medidas especialmente en primavera y verano, pues son las etapas en las que más propensos somos a contraer infecciones en la piel (aumenta el calor, hay una mayor sudoración, tenemos un mayor contacto con el agua y la humedad, etc.).

¿Y si ya hemos contraído los hongos? ¿Cómo evitamos propagarlos? 

En el caso de habernos infectado, tenemos la responsabilidad de prevenir potenciales contagios a nuestro entorno. No solo eso, sino que también cabe la posibilidad de extender la infección a otras zonas de nuestro propio cuerpo como el pie sano, la cabeza o las manos. Para prevenir su extensión solo es necesario seguir estos consejos básicos de sentido común:

1. Evitar andar descalzos, especialmente sobre superficies húmedas, duchas y baños de vestuarios, alfombras o toallas que habitualmente compartamos con más gente.

2. No lavar nuestros calcetines con el resto de ropa para evitar la transmisión por adherencia.

3. No compartir artículos de aseo personal (cortauñas, tijeras, limas, etc.) ni calzado con otras personas.

Estas recomendaciones no solo evitarán que se propague la infección, sino también que podamos reincidir en ella.

Conclusión

En definitiva, los hongos en los pies, además de ser desagradables estéticamente, pueden llegar a condicionar nuestra vida cotidiana. Tener unas pautas higiénicas adecuadas es fundamental para evitar que aparezcan. Y si ya lo han hecho, debemos concienciarnos y tomar una serie de medidas responsables para evitar su propagación. Aunque los pies suelan ser los grandes olvidados en la salud, mantenerlos cuidados es la base de nuestro bienestar.

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