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Diferencias entre faringitis y amigdalitis

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Cuando escuchamos términos como faringitis, amigdalitis o dolor de garganta, pensamos que significan lo mismo. Pero no lo son. Vamos a detallaros qué es la faringitis, cuáles son sus síntomas y las diferencias que presenta con una amigdalitis. Así estaremos prevenidos e informados de este tipo de enfermedades que se relacionan con el frío y los cambios bruscos de temperatura.

Qué es la faringitis

La faringitis es la inflamación de la mucosa de la faringe que suele provocar dolor y molestias al tragar. La faringe (conocida como garganta) es el conducto que comunica la boca y la nariz hasta el principio del esófago y la laringe respectivamente. La función principal de la faringe es permitir el paso del aire hacia las vías respiratorias bajas y el paso de los alimentos que ingerimos. Existen básicamente dos tipos de faringitis: la aguda y la crónica.

La faringitis aguda presenta procesos de inflamación e irritación en la faringe, las amígdalas, la gula (campanita) y el paladar blanquecino. Por su parte, en la faringitis crónica aparecen los mismos procesos irritativos que en la aguda, pero más prolongados en el tiempo. O pueden aparecer con mucha frecuencia. En mucha ocasiones no tienen por qué tener una causa concreta de aparición.

¿Qué causa la faringitis?

La causa más común de la faringitis la provoca un virus, como el adenovirus, el rinovirus o, simplemente, el virus de la gripe. Pero también podemos desarrollarla como consecuencia de una infección bacteriana, aunque esto dependerá de la edad de la persona o de la época del año. La faringitis la podemos contagiar a otras personas a través de las gotas de saliva que expulsamos al hablar, al toser o estornudar.

Principales síntomas

Los principales síntomas que podemos padecer son dolor y molestias a la hora de tragar. Pueden variar dependiendo del origen vírico o bacteriano de la faringitis.

El virus que padecemos en la faringe nos ocasiona, además de inflamación en la zona, tos, dolor, ronquera al hablar y calambres musculares. En algunos casos excepcionales, surge fiebre, aunque no suele ser muy común.

En caso de que el origen sea bacteriano, es muy probable que padezcamos fiebre alta, dolor articular agudo y escalofríos. Otras consecuencias que podemos sufrir son: picor constante en la garganta, cierta dificultad para tragar alimentos, mal aliento y dolor de cabeza. Los niños que la sufren sienten molestias estomacales.

Cuando tenemos una faringitis de origen bacteriano es muy probable que aparezcan placas blandas o amarillas que rodean las amígdalas y las termina inflamando. La causa bacteriana, como podemos observar, es más delicada para la salud y requerirá un tratamiento más especializado.

¿Cómo tratarla?

Para quien la padece es primordial conocer cuáles son los diferentes tratamientos que existen. El primer paso para acabar con ella sería aplicar un medicamento antiinflamatorio para reducir la inflamación de la zona y aliviar el dolor del paciente.

Si su origen es bacteriano, el médico nos recetará el antibiótico más adecuado a nuestras circunstancias médicas. Nos indicará los días que debemos tomarlo y la forma de hacerlo. Si estamos ante una faringitis crónica, el tratamiento también será diferente. Normalmente un caso de este tipo revista mayor gravedad y debe ser evaluado por especialistas. Se suelen aplicar varios medicamentos como los mucolíticos (para eliminar esas secreciones mucosas adheridas a la faringe) y la vitamina A, cuya función es regenerar la zona afectada.

Es muy importante que durante el tratamiento se ingieran abundantes líquidos para mantener hidratada la garganta. También sería muy bueno utilizar humificadores en el hogar o el lugar de trabajo para que el ambiente no sea muy seco. Esto afectará menos a nuestra garganta.

Faringitis versus amigdalitis

Los términos faringitis y amigdalitis, así como dolor de garganta, se confunden con frecuencia. No son lo mismo, y por eso vamos a realizar una aclaración para que sepamos diferenciarlos.

El dolor de garganta puede deberse a diferentes causas, por lo que es necesario un diagnóstico. Este dolor lo puede producir la faringitis (es la mayoría de los casos) o una amigdalitis. ¿Qué diferencias existen entre estas dos afecciones?

La faringitis es una inflamación de la faringe, con todas las consecuencias y molestias que hemos venido explicando. Cuando hablamos de amigdalitis, la inflamación se localiza especialmente en las amígdalas, conociéndose vulgarmente como anginas.

Las amígdalas son dos tejidos de forma ovalada que se encuentran en la parte posterior de la garganta. Las causas de su inflamación, al igual que la faringitis, las provocan los virus o las infecciones bacterianas.

Los síntomas de la amigdalitis son muy parecidos a los de la faringitis, por eso las dos afecciones se confunden con facilidad. Unas amígdalas irritadas nos pueden provocar dolor de garganta, dificultad al tragar, voz ronca y apagada, fiebre, dolor estomacal o de cabeza y rigidez muscular (sobre todo en el cuello).

Un buen diagnóstico es importante cuando sufrimos dolor de garganta. Pueden ser varias las causas que nos provoque la irritación en la garganta, aunque los síntomas sean parecidos. Dependiendo de si es una faringitis o una amigdalitis, el tratamiento será diferente.

Conclusión

La faringitis y la amigdalitis son frecuentes, pero son afecciones distintas. Es necesario un diagnóstico para su tratamiento eficaz y diferenciado. En nuestra mano está tomar algunas precauciones que nos ayudarán a curarnos más rápidamente:

1. Evitar ambientes contaminados, cargados de bacterias y virus que pueden pasar a nuestro organismo, agravando el cuadro infeccioso.

2. Es aconsejable evitar los cambios bruscos de temperatura.  En invierno, las calefacciones nos provocan un contraste muy alto con la temperatura de la calle. Esto irrita la mucosa de nuestra faringe, provocando más irritación y dolor.

3. Debemos proteger nuestra garganta. Tomar vitaminas para fortalecer nuestro sistema de defensa o taparnos bien (sobre todo la garganta) en ambientes fríos, nos evitarán males mayores. También es una buena idea lavarse las manos. Una buena higiene evitará la propagación de virus o bacterias que agravan la faringitis.

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