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¿Qué es la amigdalitis? Conoce sus síntomas

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¿Quién no ha oído hablar de la amigdalitis? Si tenemos niños en casa, esta enfermedad se convierte prácticamente en una presencia habitual en el hogar. Conocer sus síntomas y características es esencial para que podamos detectar esta enfermedad lo antes posible y aplicar los tratamientos más adecuados para el bienestar del paciente.

¿Qué es la amigdalitis?

Esta enfermedad se conoce también como anginas popularmente. Se trata de una inflamación de las amígdalas palatinas, situadas a los lados de la faringe. De pequeños, estas masas nos son de gran ayuda porque nos defienden de los gérmenes, pero a medida que crecemos se atrofian y no son activas.

El desarrollo de amigdalitis en niños es muy habitual y, de hecho, ayuda a que el organismo de los pequeños desarrolle las defensas que necesita. Si a partir de los 5 años, siguen siendo frecuentes estas infecciones, es necesario consultar al otorrino.

De hecho, la edad temprana y la exposición de los niños a ambientes en los que pueden haber gérmenes, como el colegio, son dos factores de riesgo para el desarrollo de anginas.

Principales causas

Esta enfermedad de las amígdalas puede ser causada tanto por el ataque de virus como por el de bacterias, aunque en menor proporción.

Antes de que los niños cumplan 3 años, la causa más habitual de amigdalitis son las infecciones víricas, aunque un 40% de los casos tienen su origen en la presencia de bacterias en el organismo, sobre todo el estreptococo.

Tanto los virus como las diferentes cepas de la bacteria del streptococo pueden causar infecciones de anginas de gravedad y síntomas diferentes. Así, por ejemplo las bacterias producen malestar más intenso y fiebre más alta.

Síntomas de las anginas

Aunque ya hemos dicho que las amigdalitis pueden causar con síntomas ligeramente diferentes según su origen, podemos señalar diversos síntomas comunes a esta enfermedad en la mayoría de pacientes. Saber reconocerlos nos permite valorar la presencia de la infección y aportar el tratamiento adecuado para que el niño se sienta lo más cómodo posible y sus molestias desaparezcan de manera paulatina.

Merece la pena destacar que las anginas o amigdalitis tienen una sintomatología que se inicia de golpe, y provoca un aumento brusco de la temperatura y del malestar general del organismo.

Para empezar, el primer síntoma (y más obvio) es la inflamación y el gran enrojecimiento de las amígdalas, que se puede percibir incluso a simple vista cuando miramos en el interior de la cavidad oral del niño. También es muy habitual la aparición de placas blancas o con tono amarillento y ulceraciones en la zona de las amígdalas.

Si la inflamación es muy grande, es habitual que se presente una disfagia. Es decir, que se noten varias molestias y dificultades a la hora de tragar cualquier alimento. Estos síntomas van acompañados de otros tan habituales como congestión nasal, aparición de tos (productiva o no) y dolor de garganta que se prolonga por más de dos días.

Otras molestias habituales son el dolor de cabeza, oídos y ojos, la excesiva sensibilidad de mandíbula y garganta a la hora de hacer movimientos como la masticación y la fiebre alta asociada con escalofríos, que puede superar los 39ºC.

El médico también percibirá fácilmente un aumento del tamaño de los ganglios del cuello, que incluso pueden resultar molestos a la palpación. Asimismo, en muchos casos puede haber presencia de puntos rojos (que se deben a pequeñas hemorragias) o focos de pus en la superficie de las amígdalas.

Finalmente, hay que tener en cuenta que si las anginas no se tratan de manera adecuada pueden causar en los casos más extremos diversas complicaciones importantes, especialmente si la infección tiene un origen estreptocócico:

- Si la inflamación es muy grande, las amígdalas pueden tener un tamaño tan grande que pueden dar lugar a posibles problemas respiratorios.

- Puede desarrollarse un absceso en la zona alrededor de las amígdalas, fruto del exceso de pus provocado por la infección

- No hay que olvidar que una infección causada por estreptocos también puede tener consecuencias en el resto del organismo, más allá de los problemas de anginas. Entre ellos, destacan la fiebre reumática, la enfermedad renal y diversos trastornos cardíacos.

¿Cómo tratarla?

En los casos leves de amigdalitis, para superar la enfermedad bastará con iniciar un tratamiento básico, destinado a reducir los síntomas y conseguir bajar la fiebre y el dolor. Los analgésicos y los antiinflamatorios serán más que suficientes para hacernos sentir mejor. Eso sí, es indispensable asegurar una buena hidratación para evitar que la fiebre nos acabe dañando el organismo.

En el caso de que las anginas tengan un origen bacteriano y se presenten en un estado grave, es necesario recurrir a tratamientos con antibióticos, para reducir la infección.

En todo caso, es esencial evitar automedicarnos, ya que debe ser el doctor el que prescriba las dosis adecuadas de tratamiento en el tiempo idóneo para que resulte efectivo y no acabemos generando una resistencia de las bacterias a los medicamentos, lo que acabaría dificultando la recuperación.

¿Y qué ocurre si se presentan diversas amigdalitis en un período de tiempo corto? Si se trata de casos graves, o muy recurrentes, los médicos recomiendan la cirugía como tratamiento definitivo para las anginas.

Los otorrinos especialistas en estos casos apuestan en la actualidad por realizar una amigdalectomía. Se trata de la extirpación de las amígdalas palatinas, que se realiza sobre todo en los casos de niños con más de 6 casos de anginas en un año, o en pacientes que tienen otras enfermedades respiratorias asociadas.

En definitiva, la amigdalitis es una enfermedad de origen infeccioso o vírico que aparece habitualmente en niños muy pequeños, sobre todo cuando empiezan a ir al colegio. Juega un papel importante en su desarrollo, porque permite que aumenten sus defensas. Si se trata de un caso leve, no es necesario más que administrar unos antiinflamatorios para aliviar los síntomas. En el caso de que se produzca una importante infección bacteriana, siempre se puede recurrir a los antibióticos recetados por un médico para garantizar su efectividad.

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