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La acupuntura, una ayuda para la ansiedad

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La acupuntura es una práctica de la Medicina Tradicional China (MTC). Esta técnica consiste en estimular determinados puntos del cuerpo, generalmente insertando agujas en la piel.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) corrobora que este método es eficaz para el tratamiento de, al menos, 49 enfermedades y desórdenes. Entre ellas se hallan la ansiedad y el estrés crónico.

El trastorno de ansiedad tiene una prevalencia que se sitúa entre el 14 y el 20 %. En este sentido, se perfila como una patología bastante común. De hecho, la OMS revela que 260 millones de personas tienen esta problemática. Una enfermedad que colisiona y entorpece la vida cotidiana de quien la padece.

Acupuntura para la ansiedad

Tenemos sensaciones desagradables. Se nos acelera el corazón o aparecen en nuestra mente personas, lugares, imágenes o ideas que nos producen síntomas físicos o de tensión. En estado normal, es una respuesta de nuestro cuerpo que nos posibilita reaccionar ante situaciones de peligro.

Sin embargo, más allá de esta situación adaptativa, que resulta positiva, nos encontramos con los trastornos de ansiedad. Suceden cuando superamos determinada intensidad y la situación se convierte en anormal.

Es entonces cuando aparecen síntomas, que son muy poco claros y de índole diversa. Ante esta amenaza para nuestra salud, la acupuntura goza de respuestas. Esta práctica de curación, una de las más antiguas que se conocen, se valora como un tratamiento de carácter inmediato y a largo plazo. Además, previene trastornos futuros.

El acupuntor nos aplicará pequeñas agujas de forma indolora en determinadas áreas o puntos de nuestra piel. Con ello, asistiremos a una liberación de endorfinas. ¿Qué produce? Una relajación y sensación de bienestar sin precedentes y desde el primer instante.

En este sentido, los efectos relajantes se van acumulando y, en muchos casos, asistimos a su remisión o a su disminución. En gran medida, depende de la respuesta de nuestro cuerpo ante el tratamiento, al igual que ocurre con los ansiolíticos.

Hoy sabemos que la acupuntura trabaja sobre el sistema nervioso autónomo. Sus efectos se notan en la tensión arterial, la temperatura de la piel, el ritmo cardíaco o el tamaño de las pupilas, entre otros aspectos.

¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando se nos aplica esta técnica milenaria? Activa diferentes partes de él, de tal forma que se regula la respuesta neurotransmisora, lo cual ayuda a la persona aquejada por la enfermedad.

Ventajas del tratamiento

La acupuntura funciona de manera inmediata. Bien es cierto que cada sesión puede tener resultados diferentes, pero, en general, podemos sentir y percibir sus beneficios muy rápidamente. ¿Cuáles son estas ventajas?

Una disminución de la frecuencia de los ataques de ansiedad: la acupuntura fomenta el cambio en nuestros hábitos cotidianos y apuesta por prácticas que ayuden a equilibrar nuestra mente como el yoga o el Tai Chi.

Se trata de una terapia poco invasiva: la inserción de las agujas se practica en la parte superficial de la piel y no resulta dolorosa, aunque se pueden notar efectos en determinados órganos internos.

Carece de efectos secundarios que sí tienen los fármacos: esto es debido a que no implica la administración de ninguna sustancia química a nuestro organismo.

Se trata de una práctica enfocada a corregir la causa del problema: no actúa directamente sobre los síntomas, sino sobre lo que los originó. Por lo tanto, la podemos considerar una cura. Actúa sobre los sistemas nervioso, hormonal, inmunitario y sanguíneo con el propósito de recuperar nuestra fuerza vital.

Puede reducir otros síntomas físicos o mentales del paciente: en este aspecto, la medicina tradicional china no considera la ansiedad como un trastorno en el cerebro, sino como una actividad poco normal de los órganos internos. En la medicina china, estos órganos y las emociones están íntimamente ligados. En el caso de la ansiedad, los órganos que mayores problemas presentan son el bazo y el riñón. Estos se pueden ver afectados por factores como cambios en la dieta, en el estilo de vida, ambientales o hereditarios.

Es una técnica casi tan antigua como la humanidad: hay evidencias de que ya se usaba en el neolítico, aunque fue en el siglo XIX cuando su práctica comenzó a difundirse más allá de oriente.

Huir de los ansiolíticos

¿Nos suenan o hemos tomado en alguna ocasión las denominadas benzodiacepinas? Son fármacos como el Orfidal, el Tranxilium o el Diazepam, entre otros. Quizá no hayamos tenido que recurrir a ellos nunca, pero personas de nuestro entorno seguramente sí. Hasta puede que conozcamos a alguien con adicción a los ansiolíticos.

Su consumo ha ascendido de forma alarmante en los últimos años. En la última década, España ha observado el incremento de su consumo en un 50 %. A ello se añade que es el país líder de Europa en el consumo de benzodiacepinas, según la OMS.

A pesar de que la ansiedad se ha convertido en uno de los problemas más recurrentes entre los españoles, la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFyc) ha señalado que no conviene medicalizar situaciones que no son, en realidad, patológicas.

Los especialistas recuerdan que un ansiolítico no ayuda a llegar al origen del problema para tratar de curarlo. Se consigue que la ansiedad no interfiera en la vida cotidiana, pero no soluciona el origen que lo causa.

De hecho, una de las principales características de esta medicación es su capacidad para producir adicción porque, habitualmente, como apuntan los especialistas, es necesario ir incrementando su dosis para lograr el mismo efecto.

En conclusión

Por tanto, esta práctica milenaria es eficaz para tratar la ansiedad desde su raíz. A su vez, es un coadyuvante de otras terapias como la psicológica.

Sus beneficios radican en un enfoque centrado en las causas del problema, por lo que resulta más eficaz que los ansiolíticos. Estos actúan sobre el problema, pero no sobre su detonante y, además, tienen un fuerte poder adictivo.

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