Los test rápidos se han convertido en uno de los antídotos más efectivos para evitar que los contagios por coronavirus (Covid-19) aumenten y puedan suponer un colapso de los sistemas nacionales de salud.
La importancia de la detección precoz del coronavirus
La detección precoz del coronavirus no solo contribuye a un diagnóstico de curación más favorable para el contagiado. Es, si cabe, más relevante, que permite tomar la determinación de aislar al infectado antes de que pueda contagiar a un mayor número de personas.
Por lo tanto, esta medida incide directamente en la necesidad de frenar la curva de contagios de manera que la atención sanitaria de los nuevos enfermos se haga viable.
Una garantía frente al Covid-19 como un seguro de salud
De la misma manera que un seguro de salud nos cubre frente a los gastos económicos y las necesidades asistenciales por una enfermedad, las pruebas rápidas se convierten en instrumentos protectores de primer orden.
En este sentido, vale la pena abordar cómo está afrontándose su dotación en nuestro país. En primer lugar, hemos de señalar que ningún Estado estaba preparado para una necesidad tan alta de estos recursos. Sin embargo, la mayoría se ha puesto a trabajar para paliar estas carencias.
En España, según palabras del ministro de Sanidad Salvador Illa, se están llevando a cabo entre 15 000 y 20 000 pruebas diarias entre el personal de riesgo. Nos referimos sobre todo a las personas mayores y con enfermedades respiratorias y a los sanitarios. En los primeros incide más la letalidad vírica y los segundos desempeñan un trabajo clave ahora mismo.
Comprobar quién está realmente enfermo es providencial. Por eso, a las 640 000 pruebas rápidas importadas de China (que no funcionan bien) por las comunidades autónomas, se suman los seis millones comprados por el Gobierno en Europa.
En definitiva, los test rápidos permiten combatir el coronavirus con más efectividad.
